El «Retrato de Ambroise Vollard» es un cuadro del artista español Pablo Picasso, pintado en 1910 y perteneciente al periodo de su obra conocido como «Cubismo Analítico».
La obra retrata a Ambroise Vollard, un influyente marchante de arte francés que fue una figura clave en el fomento de la carrera de Picasso.
En el cuadro, vemos el rostro de Vollard dividido en facetas geométricas, representadas en diferentes tonalidades de marrón, gris y negro. La figura aparece en un espacio vacío, sin referencias a su entorno, lo que enfatiza la concentración en la figura y la simplificación del retrato.
La imagen de Vollard está construida a partir de una serie de formas abstractas, que se superponen y se interconectan de manera compleja. Estos elementos pueden ser vistos como una exploración de la naturaleza fragmentaria y múltiple de la percepción humana, donde una persona es vista desde diferentes ángulos y con diferentes intensidades de luz.
El retrato de Vollard es un ejemplo destacado de la técnica de «Cubismo Analítico» de Picasso, que se caracteriza por la descomposición de la forma en sus elementos básicos y la representación simultánea de múltiples puntos de vista. La obra fue también un preludio de la fase posterior de Picasso, conocida como «Cubismo Sintético», en la que los elementos del cuadro son ensamblados a partir de materiales diversos, como papel, cartón o tela.
En resumen, el «Retrato de Ambroise Vollard» es una obra importante en la carrera de Picasso, que muestra su habilidad para descomponer la forma y representar la complejidad de la percepción humana. La técnica utilizada en el cuadro fue un hito en la historia del arte moderno y es considerada una de las contribuciones más importantes al desarrollo del cubismo.
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